El Monarcas de Morelia perdió la final de la Copa MX con todo merecimiento. Daba la impresión de que no habrían alojado el balón en las mallas ni después de jugar durante tres días seguidos.
Estudiantes se llevó la final gracias a un tanto de Nikolay Chéjov a los 16' de juego.
Ambos contendientes tuvieron ocasiones claras para ganar durante los 90 minutos pero el Los Tecos se llevaron el gato al agua.
Los minutos iniciales eran de presión máxima por parte de Morelia, especialmente en las bandas, y de defensa de un Estudiantes que rompió el partido apenas cumplido el primer cuarto de hora.
Por culpa de esa intensa presión en la banda que estaba ejerciendo el conjunto canario, los Tecos dispusieron de una falta lateral que botó magistralmente bien Jonas Bistrup y que Nikolay Chéjov de cabeza logró impecable el 1-0. Mal se le ponían las cosas a los de Morelia.
El bielorruso remató solo dejando en evidencia a una defensa que no se enteró de nada.
La primera sorpresa fue el trabajo realizado por Enzo Rodriggg durante las últimas semanas para poner a punto la pizarra en las jugadas a balón parado. La segunda sorpresa, o quizá no tanto, fue que el colegiado sacara amarilla a Nilmar de Andrade a las primeras de cambio en un acción de nuevo en la banda, cuando tras un excelente pase al espacio de Andrew Watson, al defensa brasileño no le quedó otra que ponerse en la trayectoria de Roberto Ciastelino, cometiendo falta clara.
El gol le dio alas en ataque a un equipo estudiantil que había aguantado estoicamente los envites de Monarcas hasta el momento. A los canarios, les tocaba reinventarse, pensar otro plan porque el inicial no bastaba. Pero la inoperancia de su técnico sorprendió a propios y extraños cuando el partido llegaba al descanso.
Tras el paso por vestuarios la premisa de Estudiantes era clara: no dejar espacios atrás tirando muy arriba la línea del fuera de juego y seguir buscando el segundo en alguna contra para matar el partido.
Morelia por su parte estaba noqueado y hecho un flan, fallaba pases sencillos atrás y le costaba trenzar el juego, sin la clarividencia de otros días en los pases al hueco de sus hombres de más calidad.
Pasada la hora de juego, los Tecos comenzaron a notar el cansancio de tanto esfuerzo y José María Beloso vio la amarilla por llegar tarde a una presión.
Los Canarios, viendo que su rival aflojaba el ritmo, estiraron sus líneas buscando el ansiado gol del empate que no terminaba de llegar.
Joaquín Calvillo tuvo alguna de libre directo que pasó rozando el travesaño y Christofer Bauer mandó a las nubes un mal despeje de la defensa que quedó muerto en la frontal.
Pese al cansancio, Estudiantes supo sufrir y aguantar el arreón final de Morelia, con más por corazón que buen juego, que no tuvo el día acertado de cara a gol.
Gol que estuvo a punto de marcar Frank Schiller en las postrimerías del encuentro hasta en dos ocasiones, con el partido roto en su recta final.
Una recta final agónica en la que Morelia empujaba una y otra vez sin éxito, ante un Estudiantes bien armado atrás que sufrió más por la entidad de su rival ante cualquier jugada aislada que acabara en gol que por su acierto en el partido.
Con el pitido final, Estudiantes se hizo con un nuevo título que merecieron de principio a fin ante un Morelia que ni está ni se le espera.
Mi más sincera enhorabuena a Los Tecos y su gran manager Enzo Rodriggg.
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